Lectores sonrientes.

miércoles, 31 de julio de 2013

Intentar acercar barreras.

Un día nuevo amanecía, los primeros rayos solares se empezaron a colar en la habitación de Azucena, iluminando cada diminuto rincón. Azucena se estiro, eran las 6:30.

-Hora de levantarse- se dijo a si misma encaminándose al armario, cogió lo primero que pillo, pantalones cortos de gimnasia y una camiseta ancha . Azucena se quedo fijamente mirando a la camiseta.
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- Azucena, corre mas, estamos casi cerca- le gritaba Ryan casi llegando al gran lago que se encontraba en el centro del bosque. Azucena respiraba con dificultad, no estaba acostumbrada a correr tanto, en el ultimo tramo del camino, cuando apenas le quedaban menos de un metro, Azucena se tropezó con una rama, ensuciándose y haciendo unos considerables rasguños en la camisa beige.

Ryan corrió hacia ella, ayudando a levantarse.

-¿estas bien- la voz de Ryan sonaba muy preocupada. Azucena afirmo, mirando los rasguños de su camisa y pequeñas heridas superficiales.

-Mi madre me matara por la camisa(cambiar)-hizo una mueca Azucena. Ryan se quedo pensativo, y finalmente frunció el ceño. De repente, se empezó a quitar su camisa, dejando admirar unos pequeños abdominales que aun le quedaban tiempo para que fuesen firme y consistentes.

-Pontela, no pasaras tanto frió-Ryan le sonrió y le cogió de la mano.

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La voz de su madre llamándola hizo que volviera  a la realidad. Hizo una mueca, volvía a recordarlo. Azucena bajo las escaleras, necesitaba despejarse un poco, sentir aire libre, correr como si no hubiera tiempo. Hizo unos estiramientos y empezó su día, corriendo, como hacia un tiempo atrás con Ryan. Azucena admiro embelesada en el paisaje que tenia alrededor nunca había puesto tanta atención como hoy.

-Azucena-Una voz masculina la llamaba, la reconoció al instante, fue como si le remojase en una olla caliente- Azucena, espera.

Azucena inconscientemente paro, y espero a que la persona se acercase, dándose animo a si misma, lo miro a los ojos y sonrió menguantemente

-Hola Azu- Otra vez esa jodida mirada, y esa sonrisa que siempre le hacia volver por los cielos.
-Hola Ryan- No sabia por que se había parado, y menos aún, por que pronuncio su nombre.

Ryan sonrió, la echaba de menos, al fin había recogido el valor suficiente para al menos saludarla.

-¿Te apetece que tomemos un café para ponernos al día?- Seguía manteniendo su sonrisa, a la espera de la afirmación de Azucena. Azucena se resistió a pronunciar un si, pero finalmente accedió. Era raro, todo sentimiento de rencor hacia el se había esfumado, era como si nunca hubiese existido y ahora, no entendía como podía haber salido corriendo de la manera en la que la hizo la ultima vez que llamo a la puerta de su casa.

Ambos se dirigieron a un bar cercano a sus casas. Ryan estaba nervioso, quería mantener esa conversación desde hacia indudablemente tiempo, en cambio, Azucena se mantenía firme, preguntándose mentalmente ¿Por que? ¿Por que había aceptado?. Tuvo un impulso de salir corriendo, pero se contuvo, después de todo, no tenía nada que perder por intentar al menos acercar barreras y mantenerse en conocidos.


sábado, 20 de julio de 2013

Un clavo saca otro clavo.

Era sábado. Una noche fría, demasiada nostálgica. La luna como siempre haciendo compañía a los solitarios de la calle. Unos pasos retumbaban en ese silencio tan abrumador. Se podía distinguir escasamente pequeños charcos procedentes de la lluvia del día anterior. Ryan caminaba sin rumbo fijo, estaba agotado, demasiado como para decidir a donde ir. Llevaba mas de dos horas dando vueltas en una ciudad, que cada vez le parecía más pequeña, alzo la cabeza, admirando la belleza de la luna. En ese instante, su móvil vibro en su bolsillo de la parte de atrás del pantalón.

-¿Sí?- contesto sin ningún atisbo de emoción.
-Hola Ryan- le saludo desde el otro lado, la voz melódica de Alicia-¿Estas ocupado?

Ryan río irónicamente y respiro. Le pareció muy absurda la pregunta.

-No, claro que no- sonrío aun sabiendo que Alicia no le podía ver.
-Perfecto, ¿A las diez en el mismo bar de siempre?
-Claro, allí nos veremos- y colgó. Volvió el mismo silencio de antes, aunque ahora era diferente. Ryan se dirigió al bar, y se sentó en la silla más cercana a la ventana, pidió un ron, y de nuevo se sumergió en su mente.

Todo un mar de pensamientos le inundaron la cabeza, hasta que Alicia llego. El la miro confuso, por un momento se le había olvidado que habían quedado. Estas ultimas semanas estaba fatal. Alicia se inclino y le dio un par de besos en las mejillas, sentándose a su lado.

-¿Qué tal la noche?- le preguntó quitándose la chaqueta fina de color rosa pálido.
-Mmm- titubeo Ryan antes de responder- Bien, supongo.
-¿Supones?- Alicia se acerco aún más a él- ¿Qué te pasa, Ryan?- su voz sonaba realmente preocupada.
-Es que...no lo sé- respondió sinceramente.
-¿Cómo que no lo sabes?- Alicia se sorprendido, y frunció el ceño- ¿Es por Azucena?- Ryan ya le había contado su historia con ella, bueno, historia por llamarlo de alguna manera, ya que nunca salieron oficialmente, fueron como amores platónicos, Alicia se había esmerado en estas ultimas semanas en animarlo, y hacer que la olvidara, pero el resultado era casi negativo.
-Si- respondió firmemente Ryan, y la miro a los ojos- No la quiero de igual manera, pero la quiero, pero pone de los nervios pensar en lo que hubiera ocurrido si hubiese sido valiente- una lágrima empezó a deslizarse por su mejilla.
Alicia se la limpio, y le abrazo.
-Ryan...-trago saliva y respiro- Ya hemos hablado muchas veces de esos temas, y lo mejor es olvidadla, dicen que un clavo saca otro clavo...¿Por que no lo intentas con otra?- hizo una mueca.
-No quiero usar a nadie- le recrimino Ryan.
-¿Y si..?
-Y si nada. No lo pienso hacer y punto, Alicia.
-Me ofrezco voluntaria- Alicia se acerco más a él, acariciándole la mejilla.
Ryan la miro atónito, mientras que sus labios se acercaban más y más a los de ella, cuando apenas quedaban pocos metros entre ellos, Ryan se separo bruscamente.
-No, Alicia, no te utilizare, no siempre esa frase tiene razón.

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sábado, 13 de julio de 2013

¿El tiempo logro borrar las heridas?

El sol atravesaba la ventana de Azucena, avisando de un día nuevo, con muchas cosas que hacer. Azucena se estiro en su cama, habían pasado ya seis meses desde la ultima vez que su mirada se cruzo con la de Ryan. Y ni siquiera se acordaba. Era como si sus recuerdos se hubiesen evaporado, como si en verdad, lo hubiera olvidado. Azucena se levantó para arreglarse, en menos de una hora había quedado con Allan. Sonrío levemente al recordarlo, llevaban casi un año saliendo, pero a decir verdad, no sentía ese algo de cuando estas enamorada. Resopló, "Que idiotez de pensamientos tengo" pensó para si misma.

Se vistió rápidamente, cogió lo primero que pillo, un top de color marfil con una minifalda vaqueras conjuntado con unas sandalias del mismo color que el top y se dirigió hacia la puerta de salida.

-Me voy ya, Mama- gritó antes de que la puerta se cerrase tras de sí.

Allan la esperaba sentada sobre las escaleras de su porche, al oír abrir la puerta, se levantó, saludándola con una agradable sonrisa.

-¡Que guapa estas!- le dijo mientras se acercaba a besarla.

Un gracias en forma de susurro salio de la garganta de Azucena, después del beso. Allan la cogió de la mano, atrayéndola hacia el. Se acerco a su oído.

-Te quiero- le susurró cuando empezaron a bajar las escaleras del porche. La piel de Azucena se ruborizo, y le dedico una amplia sonrisa con la intención de devolverle el beso.En ese mismo instante el coche de Ryan paso a velocidad de la luz. Azucena como una boba, se quedo con la boca abierta.

-¿Qué pasa?- preguntó Allan al darse cuenta del anonamiento de Azucena.
-Nada, nada
-¿Segura?- insistió Allan
-Sí, claro- Azucena fue a besarlo, pero Allan se aparto y la miro a los ojos.
-Estas mintiendo.
-Que no, en serio, no es nada.
-¿Te crees que soy tonto?- le recrimino Allan- ¿Acaso crees que no me he dado cuenta de que lo sigues queriendo- le pregunté con un tono más agresivo de lo normal.

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Azucena lo miro, y se acerco a el, poniendo el dedo índice en sus labios.

-Allan...-susurró Azucena- Tal vez lo quise hace tiempo, pensaba que no iba a poder olvidarlo, que me costaría barbaridad acostumbrarme a su ausencia en mi vida, que mis mañana serían otras noches, y mi sonrisa dejaría de lucirse, a cambio, mis lágrimas se verían, y mi corazón palpitaría muy lentamente, que no tendría otro pensamiento que no fuese su nombre, que me entraría la tonta manía de poner su nombre en todos mis cuadernos, pero, ¿Sabes que? Todo eso lo deje de lado, un día al verte llegar hacia mi y abrazarme fuertemente, al susurrarme un puedes contar conmigo, al ver que no me dejabas sola, que lo dijiste en serio, que cuando caigo siempre estas tú, que si necesito ayuda para avanzar, vienes tú y me das un empujón- Lo miro inquisitivamente- Eres todo lo que necesito.

Ambos se fundieron en un beso. Tierno. Dulce. Apasionado. Con un único espectador desde la ventana del piso segundo de la casa de Ryan, siendo también oyente de todo lo que había pasado. Respiraba agitadamente, muerto de celos.

sábado, 22 de junio de 2013

Los recuerdos vuelven, y las personas hay veces que también.

Ryan respiro hondo, cuando se termino de arreglar. Estaba nervioso. No le gustaban las sorpresas, ni mucho menos si le avisaban así de repente. Sonrió al quedarse mirando la foto que tenia en la mesilla.Una pareja de amigos, jóvenes, sonrientes, se notaba que se lo pasaban en grandes juntos..la sonrisa de la chica mostraba más de lo que entonces hubiera podido pensar. Azucena...¿Cómo podía doler tanto la perdida de una persona, si ni siquiera fue suya al completo?. Una vez más respiro profundamente, bajando las escaleras. Se despidió de su madre, y se dirigió andando a saber que fiesta, que sorpresa y que personas.

-¡Ryaaaaaaaan!- le gritó Susana desde la puerta del local- Lento, mueve tus piernas más rápido, están todos desesperados dentro.

-Voy- le respondió también gritando, cuando empezó acelerar sus pasos. Al llegar, inspecciono la puerta de la entrada, intentando averiguar algo de lo que podía esconder- ¿Qué sorpresa es?.

-En sí ninguna, es solo una discoteca para bailar y tal- se río Susana- Pero venga, entra.

Ryan frunció el ceño, resoplando. Seguramente sería alguna tontería de Susana, pensó cuando cruzo la puerta. Como bien había dicho Susana, tan solo era una discoteca de las muchas que había en la ciudad, con mucha gente, riendo, bebiendo, algunos aburridos, resoplando, otros intentando ligar y recibiendo calabazas, y de repente, en medio de la pista, una melena rubia que daba las vueltas al mismo ritmo que la cintura de su cuerpo, un vestido corto, con flores casi imperceptible, bailaba sin miedo, sin pena, tan solo se movía al son de la canción de ese momento, giro su cuerpo, hacia la dirección de Ryan. Ojos azules, sonrisa angelical, le miro fijamente, mientras seguía bailando dirigiéndose a el.

-Hola- le saludo la chica al pararse delante de el, seguía mirándolo con curiosidad- Me llamo Alicia.

-Mira Ryan, te presento a Alicia, mi prima- una vez hechas las presentaciones, Susana se fue alejando hacia su grupo de amigos, mientras Ryan, atónito por como se movía, seguía mirando a Alicia, sin pronunciar sonido ni palabra alguna.

-¿Bailamos?- le propuso Alicia, una vez que Ryan, pronuncio un seco hola.

Ryan titubeo,  le cogió la mano a la chica y se acercaron a la pista de baile. Ryan al principio se resistió, pero al final, cedió al ritmo de la música.

En ese mismo instante, sin querer, sin proponerselo,  y con el destino entremedias, su espalda choco con la de una chica, el giro para pedirle disculpas, miro los ojos de la chica, se sumergió en ellos, como tantas veces había hecho.

-Azucena..-dijo cuando la reconoció.

Azucena le miro primero a el, y luego poso su mirada en Alicia, la reviso de arriba a abajo.

-Venga, Ryan, vamos a tomar algo- la voz de Alicia, se oyó como pudo en ese sala llena de música hasta el cielo, mientras le cogía del brazo dirigiéndole hacia la barra.

-Azucena ....- pronuncio el nombre de nuevo, mientras Azucena, lo miraba fijamente, decepcionada. Allan también la arrastro hacia el lado contrario de la barra.

Sus miradas se cruzaron de nuevo, antes de perderse entre el bullicio de la gente.

-¿Quien era esa?- le pregunto Alicia, una vez que le habían traído lo pedido.
-Bueno...era...una vieja amiga- se encongio de hombros, dando vueltas a la pajita de su bebida.
-Ah claro, una vieja amiga- sonrió Alicia intentando rebajar la tensión producida hace unos pocos instantes.
-¿Seguimos bailando?- pregunto Ryan, levantándose, y cogiendo la mano de Alicia.
-Claro, a disfrutar la noche- anuncio Alicia, cuando le seguía los pasos a Ryan.

Ryan no podía quitarse la mirada penetrante de Azucena, fue profunda, caótica y como una leve luz que en pocos instantes se apago. Respiro, mientras observaba expectante a los movimientos perfectos, dinámicas y extraordinarios que era capaz de hacer Alicia con su cuerpo. Ryan se rió, mientras inconscientemente se acercaba a Alicia, cogiéndola de la cintura, para bailar juntos. En sus intentos frustrados de hacer desaparecer el recuerdo de Azucena.

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viernes, 7 de junio de 2013

Y se van alejando con necesidad de mirarse.

Habían pasado demasiado tiempo desde que los ojos de Azucena se habían podido sumergir en los de Ryan. Casi 10 meses después, allí se encontraba Azucena, frente a una tarta de cumpleaños que lucía perfectamente un numero, los 18 suyos. Azucena respiro hondo, mientras que detenidamente pensaba en un deseo que si podía hacerse realidad, aunque a decir verdad, esas cosas a ella no le iba mucho.

-Bieeen- gritaron todos al unisono cuando Azucena sopló las velas. Todas se acercaron a felicitarla, algunos con la típica broma "Ya podrán meterte a la cárcel" otros recordándole que ya podrá conducir un coche y así sucesivamente. Alguien la abrazo desde detrás.

-Te quiero, boba- le dijo antes de besarla en el cuello.

Azucena se giró para posar su mirada en el los ojos del que le había dicho eso. Era Allan, su creador de sonrisas desde relativamente unos 3 meses y medio. Azucena le devolvió el beso, pero estaba vez en los labios. Allan le sonrió mientras la abrazaba tiernamente.

En la casa de Ryan

Ryan se tomo el ultimo sorbo de su café, mientras su madre se acomodaba placidamente en el sofá. Ryan estaba tan inmerso en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta cuando en vez de dejar el vaso en la encimera, lo dejo caer el suelo.

-¿Qué has roto?- le preguntó su madre, cuando renegando se levanto del sofá.

-Un vaso, pero no pasa nada, ya lo recojo- le respondió Ryan cogiendo la escoba y el recogedor.

-Oh, como quieras- dijo su madre, cuando alegramente se volvió a sentar.

Una vez recogidos los cristales, su móvil vibró en el bolsillo del pantalón. Ryan lo cogió, leyendo la pantalla (tenía esperanzas de que fuese Azucena) era Susana.

-¿Si?- respondió desinteresadamente Ryan, mientras se dirigía hacia su habitación.

-Hola Ryan! Tengo plan para esta noche, ¿Te apuntas?- le propuso Susana, cuando Ryan había subido las escaleras y paro en seco al oír la proposición.

-Eh, para el carro,¿A donde?¿Con quien? ¿A que hora?- le interrogo Ryan.

-Mmm...ya lo veras, sorpresa- se rió Susana al otro lado del teléfono.

Ryan titubeo por unos momentos, analizando los pros y los contras, hasta que al final se decidió.

-De acuerdo...aunque no me fió mucho de ti.

-No problem, todo en orden, nada que preocuparse, hasta luego.

Ryan colgó, justo en el momento en que su madre lo reclamo abajo, por el desastre de barrer que había hecho en la cocina.

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viernes, 31 de mayo de 2013

Tiene miedo de sentir que puede tenerlo y perderle.

Azucena empezó a prepararse para salir a correr. Se recogió el pelo en una coleta, y se puso uno de los auriculares dándole a canción aleatoria. "Je me perds" Le empezó a soñar en los oídos, sintió una punzada de dolor, se sentía tan identificada con el titulo,que le entraron ganas de salir.

-Azu, ¿Vas a correr?-Le pregunto su madre desde la cocina

-Si, mama.

-Vale- le gritó la madre- Pasa por la casa de Ryan, y dale el paraguas de la entrada, el otro día me lo dejo para ir a trabajar su madre.

Otra vez Ryan en su cabeza. Empezaba a odiar ese nombre. Respiro profundamente y salio de su casa.Se puso el otro auricular, y se limpio una pequeña lágrima que empezaba a deslizarse.

En la casa de Ryan

Ryan suspiraba de desesperación, Azucena ni siquiera le cogía el teléfono, ni ningún mensaje, a todas horas le mandaba una, pero ella ni caso. Ryan se tomo el desayuno con tranquilidad, planteándose ir a la casa de Azucena.

Ding Dong. El timbre sonó en el preciso momento en que Ryan se zampo el ultimo bocado del mini sándwich que se había hecho.

-Mmm delicioso- se dijo a si mismo mientras se limpia las manos, dirigiéndose a la puerta.

Ryan abrió despacio, mientras pensaba en Azucena.

-Azucena...-dijo sorprendido Ryan, mientras se le dibujaba una sonrisa en su cara.

Azucena le fulmino con la mirada. Respiro, y le entrego el paraguas.

-Dice mi madre que gracias- dijo esto, y le dio la espalda para echar a correr.

-Eh, espera- Ryan le puso una mano en el hombro- ¿Qué te pasa conmigo?

-Nada- respondió Azucena, cuando empezó a sonar otro canción en su mp4

-Azu...

-No me llames así- Azucena de nuevo se dio la vuelta, posando la mirada en los ojos de Ryan- ¿No entiendes que no quiero saber nada de ti?- Las palabras empezaron a atragantarse en su garganta- No...no...no...- Empezó a llorar.

Ryan la abrazo estrechamente, pero ella lo empujo.

-Déjame- le gritó antes de irse corriendo a velocidad de la luz.

Ryan se quedo perplejo intento asimilar que había pasado en tan solo unos minutos.

Azucena corrió hasta quedarse casi sin aliento, ni siquiera sabia por que había echado a correr. Se sentó en una banco, recopilando todo, "Tonta" se dijo a si misma, una vez que analizo todo, ¿Acaso tenia miedo de amar y ser correspondida? ¿O tal vez había decidió firmemente en pasar de el?.

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domingo, 12 de mayo de 2013

Sin querer dejaron pasar la oportunidad.

Azucena seguía inversa en sus pensamientos, mientras observaba detenidamente la calle. Respiró hondo, y siguió escribiendo en su diario. Seguía echando de menos a Ryan, hacia tanto tiempo que no lo veía ni siquiera se habían llamado, era como si Ryan hubiese desaparecido.

Al otro lado de la calle

Ryan sentado en el taxi que lo llevaría a su casa, dulce hogar, sonrió para si mismo, volvería a ver a su madre, volvería a oler las tortas de chocolates de su abuela, volvería a quedarse anonadado con el paisaje que tenia antes sus ojos y....volvería a ver a Azucena. Suspiró, había soñado tanto con ese momento, que ahora lo temía. ¿Cómo sería ahora? ¿Seguiría teniendo ese pelo castaño cobrizo que tanto le gustaba? ¿Seguía siendo la misma chica risueña que tanto había añorado? ¿Tendría novio? Ryan se sorprendió al hacerse esa pregunta, Azucena con novio...¿La trataría bien?¿Lo conoce? ¿Quien sera? Sintió que sus manos temblaban al imaginarse quien podía ser. Ryan se mordió el labio inferior, estaba realmente preocupado si Azucena lo había olvidado e incluso si se hubiese echado novio.

El taxi paro, al fin había llegado a su casa, vio a su madre correr hacia el, como una loca psicópata. Ryan rió al verla tan despeinada e eufórica.

-Ryan- le gritó su madre cuando estaba apunto de llegar hacia el. Los dos se fundieron en un estrecho abrazo.Ay, cuanto añoraba Ryan los abrazos de su madre. Ryan antes de entrar a la casa, echo un vistazo al jardín de Azucena, tan solo se percibía su perro Mickey ladrando como siempre. Ryan, entro en su casa, lo primero que hizo fue tirarse en su cama, alzando la cabeza hacia el techo, dejando que la música inundara la habitación haciéndola mas relajante.

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En la casa de Azucena

Azucena había oído ruido en la casa de Ryan, y completamente lo había ignorado.Pensó que sería algúna reformada que estaría haciendo la madre de el. Suspiro, anhelaba su voz, y sus sonrisas. Decidió enviarle un mensaje preguntándole  si aun seguía vivo y...que le echaba muchísimo de menos. Espero casi dos horas para ver si le respondía, sin señal. Azucena se resigno.

En la casa de Ryan

Ryan tenia la música a volumen y estaba tan concentrado pensando que ni siquiera se percato que su móvil había vibrado y tenia la pantalla encendida. Seguía sumergido en sus pensamientos y deseos. Que dejo que el tiempo pasara hasta la hora de cenar. Al levantarse se dirigió hacia la cocina, ignorando las persistentes vibraciones que su móvil hacia.

Azucena se rindió, prometiéndose que Ryan sería una historia pasada y olvidada.

martes, 16 de abril de 2013

Nunca esperes demasiado.

Azucena, tan pequeña y frágil, se sentaba en la mecedora de Ryan cada tarde, con la esperanza de volver a verlo. Hacia tiempo, que Ryan se había ido, lejos, demasiado como para que Azucena cogiese un bus y fuera a verlo. Habían pasado ya, tres años desde que se conocieron, y aun hoy, a Ryan le costaba barbaridad no preocuparse por los que le decían los demás.

Azucena sonrió, recordando como lo conoció le echaba demasiado de menos.El había sido su confesor de sentimientos, día si y día también. Ryan, realmente, le gustaba Azucena, aunque nunca se atrevería a decírselo.

-Ryan...-suspiro desilusionada Azucena, mientras miraba el cuaderno que sostenía, era el diario del imaginativo Ryan, su amigo, su hermano.
Se lo dio, un día antes de irse, lejos, ella tan respetuosa nunca había tenido la valentía de abrirlo.Pero, se convenció de que ya era hora.
Paso horas y horas leyéndolo, hasta que termino. Azucena sonrió para si misma y alzando la cabeza al cielo,soltó un "te quiero Ryan, espero que algún día lo sepas".

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Se levanto y se dirigió hacia si casa, tuvo la sensación de que alguien la observaba pero no le dio mucha importancia, al cerrar la puerta tras de si, se arrepentido de no haberle dicho antes de que Ryan se fuese, que le quería, esperaba que aun tuviese tiempo de hacerlo.

Azucena tan guapa como siempre, se dijo a si misma "Si tienes que decirselo, diselo, no esperes a más tiempo, por que puede que cuando te decidas, la oportunidad habrá volado".

miércoles, 6 de marzo de 2013

El miedo a expresar, sin importar lo que transmite.


Siempre tuvo miedo de escribir. Nunca supo cómo seguir cuando escribía tres frases, las ideas se le amontonaban en su cabecita, era incapaz de ordenarlas y esparcidlas en aquella hoja en blanco que sostenía. Ryan, le avergonzaba que los demás leyeran lo que escribía, le daba la sensación que les iba a aburrir, o simplemente a no gustar. Se escondía los secretos en su cabeza, para luego, si quería y la valentía le animaba, lo escribía en un papel. A sus diecisiete años, aún le gustaba leer libros en papel, y no digitales. Le encantaba el aire libre, antes que pasarse una tarde entera frente a un mero ordenador. Pero lo importante de todo aquello, es que, siempre el miedo a plasmar lo que sentía, le  interponía barreras y nunca llegaba a decir lo que exactamente quería expresar. Pensó que no valía la pena hacerlo, ya que había muchas más personas que escribían realmente mejor que el, y que al lado de ellos, sería un cero enorme y redondo. A Ryan, siempre le afloraban sus inseguridades a la hora de decidirse de hacerlo o no, sopesaba los pros y los contras, y como siempre, salían ganando los contras. Lo más importante para él, era como expresarlo y si a los demás les gustase, no el sentirte a gusto por haberlo plasmado. El miedo al ridículo le cebaba a no hacerlo.Ryan se sentaba siempre en la misma mecedora, desde allí podía observar a la gente pasar, unos corriendo, otros haciendo footing, riendo, divertidos por alguna caída anterior que habían tenido. Ryan sonreía, por verlos hacer lo mismo.

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Una tarde soleada, para él, como otra cualquiera. Una chica bajita de unos catorce años, se le acerco curiosa por saber que hacía todas las tardes allí sentado. Ryan le sonrío, sorprendido por su pregunta. El respondió para inspirarse, le encantaba escribir y el paisaje que veía cada tarde, le daba suficiente frutos para empezar historias nuevas. Ella lo miró, intrigada por lo que escribía, le insistió que le enseñara algo. El, al principio se negó, avergonzado, pero poco a poco cogieron confianza, y accedió.

Una vez que Azucena lo leyó, le sonrío, y alegremente, le confesó que le encantaba, que tenía que enseñárselo a más personas. Tan solo le dijo: “Lo importante no es como lo expresas, si no lo que transmites.”

lunes, 7 de enero de 2013

Un misterio, demasiados enigmas 5/∞


-¿Cómo? Entiendo que quieres ir conmigo a Roma, pero ¿Por qué?-le preguntó indecisa Emma.
-Pues como oye, le acompañaré a Roma. Te aseguro que nos divertiremos-le guiño un ojo- Confía en mí, Emma.

Emma sonrió, y asintió. Después del incidente ocurrido hace un par de semanas, la amistad de Rogan y Emma se había acentuado, haciendo que cada vez el uno y el otro se respaldasen en cualquier momento. Una amistad que había nacido de la nada, poco a poco se iba convirtiendo en algo que ninguno de los dos esperaba.

-Y dime, ¿Tardaremos mucho en llegar a Roma?- le preguntó nerviosamente Rogan a Emma, cuando ya habían subido en el avión.
-Pues digamos que unas cuantas horas, pero tranquilo, no nos pasara nada-le sonrió intentando tranquilizarle-¿Nunca ha viajado en avión?
-Esto…bueno…-titubeó Rogan-Sinceramente, me dan miedo los aviones, ¿Y si nos estrellamos en medio del mar? ¿O en una isla desierta? ¿Y si nunca nos encuentran? ¿Que vamos hacer? Yo tengo dos hijos, soy joven para morir, tengo una hermosa vida por delante…dime, ¿Qué haremos?- Rogan empezó a moverse en el asiento, intentando desabrocharse el cinturón.
-Inspira, expira. No va a ocurrir nada, así que, tranquilícese, que ya es mayor- Emma le cogió una mano- Venga, duérmete. Las azafatas van a pensar que en vez de tener cuarenta años, tienes cinco- le miró fijamente, mientras suavemente le acariciaba la mano para tranquilizarle.

Fueron 5 horas de vuelo eternas, y tranquilas, sin contar la desesperación, los continuos movimientos de Rogan en su asiento. Casi sin darse cuenta, poco a poco se habían hecho íntimos, confesores de pena y alegrías, hombros de lagrimas empañadas en recuerdos.

-¿Sabes, Emma?
-¿Qué sé?-le preguntó curiosa Emma.
-Eres la única mujer, que desde el primer momento me cautivo con solo una tímida sonrisa.

Emma se sonrojó, nunca nadie que no fuese de su familia le habia dicho algo tan idiotamente bonito. Rogan se rió mientras la miraba fijamente, por un momento se le paso por la cabeza, que tal vez ella, fuese la mujer de su vida. Emma y Rogan se dirigieron a recoger sus respectivas maletas, mientras Emma se sumergía en sus pensamientos, le parecía tan raro todo lo que estaba ocurriendo que tenia miedo. Miedo de que fuese un sueño.