Lectores sonrientes.

martes, 16 de abril de 2013

Nunca esperes demasiado.

Azucena, tan pequeña y frágil, se sentaba en la mecedora de Ryan cada tarde, con la esperanza de volver a verlo. Hacia tiempo, que Ryan se había ido, lejos, demasiado como para que Azucena cogiese un bus y fuera a verlo. Habían pasado ya, tres años desde que se conocieron, y aun hoy, a Ryan le costaba barbaridad no preocuparse por los que le decían los demás.

Azucena sonrió, recordando como lo conoció le echaba demasiado de menos.El había sido su confesor de sentimientos, día si y día también. Ryan, realmente, le gustaba Azucena, aunque nunca se atrevería a decírselo.

-Ryan...-suspiro desilusionada Azucena, mientras miraba el cuaderno que sostenía, era el diario del imaginativo Ryan, su amigo, su hermano.
Se lo dio, un día antes de irse, lejos, ella tan respetuosa nunca había tenido la valentía de abrirlo.Pero, se convenció de que ya era hora.
Paso horas y horas leyéndolo, hasta que termino. Azucena sonrió para si misma y alzando la cabeza al cielo,soltó un "te quiero Ryan, espero que algún día lo sepas".

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Se levanto y se dirigió hacia si casa, tuvo la sensación de que alguien la observaba pero no le dio mucha importancia, al cerrar la puerta tras de si, se arrepentido de no haberle dicho antes de que Ryan se fuese, que le quería, esperaba que aun tuviese tiempo de hacerlo.

Azucena tan guapa como siempre, se dijo a si misma "Si tienes que decirselo, diselo, no esperes a más tiempo, por que puede que cuando te decidas, la oportunidad habrá volado".