Siempre tuvo miedo de escribir. Nunca supo cómo seguir
cuando escribía tres frases, las ideas se le amontonaban en su cabecita, era
incapaz de ordenarlas y esparcidlas en aquella hoja en blanco que sostenía.
Ryan, le avergonzaba que los demás leyeran lo que escribía, le daba la
sensación que les iba a aburrir, o simplemente a no gustar. Se escondía los
secretos en su cabeza, para luego, si quería y la valentía le animaba, lo
escribía en un papel. A sus diecisiete años, aún le gustaba leer libros en
papel, y no digitales. Le encantaba el aire libre, antes que pasarse una tarde
entera frente a un mero ordenador. Pero lo importante de todo aquello, es que,
siempre el miedo a plasmar lo que sentía, le
interponía barreras y nunca llegaba a decir lo que exactamente quería
expresar. Pensó que no valía la pena hacerlo, ya que había muchas más personas
que escribían realmente mejor que el, y que al lado de ellos, sería un cero
enorme y redondo. A Ryan, siempre le afloraban sus inseguridades a la hora de
decidirse de hacerlo o no, sopesaba los pros y los contras, y como siempre, salían
ganando los contras. Lo más importante para él, era como expresarlo y si a los
demás les gustase, no el sentirte a gusto por haberlo plasmado. El miedo al
ridículo le cebaba a no hacerlo.Ryan se sentaba siempre en la misma mecedora,
desde allí podía observar a la gente pasar, unos corriendo, otros haciendo
footing, riendo, divertidos por alguna caída anterior que habían tenido. Ryan
sonreía, por verlos hacer lo mismo.
Una tarde soleada, para él, como otra cualquiera. Una chica
bajita de unos catorce años, se le acerco curiosa por saber que hacía todas las
tardes allí sentado. Ryan le sonrío, sorprendido por su pregunta. El respondió para
inspirarse, le encantaba escribir y el paisaje que veía cada tarde, le daba
suficiente frutos para empezar historias nuevas. Ella lo miró, intrigada por lo
que escribía, le insistió que le enseñara algo. El, al principio se negó, avergonzado,
pero poco a poco cogieron confianza, y accedió.
Una vez que Azucena lo leyó, le sonrío, y alegremente, le confesó
que le encantaba, que tenía que enseñárselo a más personas. Tan solo le dijo: “Lo
importante no es como lo expresas, si no lo que transmites.”
Que lindo :) pienso exactamente lo mismo: lo importante es lo que se transmite
ResponderEliminarP.D: no hay como leer los libros en papel <3
Un beso
Gracias ^^ Lo mismo digo, me fascina los libros en papel *-*
EliminarMuchos besitos!!
Me encanta :)
ResponderEliminarHay que olvidar todas esas inseguridades. El hecho de poder escribir algo ya convierte ese algo en especial. Y si Azucena lo dice... es que tiene razón :P
Besitos
Gracias! *-*
EliminarSi, aunque cuestan un poco, pero poco a poco.
Por supuesto, hay que hacer caso a Azucena! ^^
Muchos besitos!!