-¿Cómo? Entiendo que quieres ir
conmigo a Roma, pero ¿Por qué?-le preguntó indecisa Emma.
-Pues como oye, le acompañaré a Roma.
Te aseguro que nos divertiremos-le guiño un ojo- Confía en mí, Emma.
Emma sonrió, y asintió. Después del
incidente ocurrido hace un par de semanas, la amistad de Rogan y Emma se había
acentuado, haciendo que cada vez el uno y el otro se respaldasen en cualquier
momento. Una amistad que había nacido de la nada, poco a poco se iba
convirtiendo en algo que ninguno de los dos esperaba.
-Y dime, ¿Tardaremos mucho en llegar a
Roma?- le preguntó nerviosamente Rogan a Emma, cuando ya habían subido en el
avión.
-Pues digamos que unas cuantas horas,
pero tranquilo, no nos pasara nada-le sonrió intentando tranquilizarle-¿Nunca
ha viajado en avión?
-Esto…bueno…-titubeó
Rogan-Sinceramente, me dan miedo los aviones, ¿Y si nos estrellamos en medio
del mar? ¿O en una isla desierta? ¿Y si nunca nos encuentran? ¿Que vamos hacer?
Yo tengo dos hijos, soy joven para morir, tengo una hermosa vida por
delante…dime, ¿Qué haremos?- Rogan empezó a moverse en el asiento, intentando
desabrocharse el cinturón.
-Inspira, expira. No va a ocurrir
nada, así que, tranquilícese, que ya es mayor- Emma le cogió una mano- Venga,
duérmete. Las azafatas van a pensar que en vez de tener cuarenta años, tienes
cinco- le miró fijamente, mientras suavemente le acariciaba la mano para
tranquilizarle.
Fueron 5 horas de vuelo eternas, y
tranquilas, sin contar la desesperación, los continuos movimientos de Rogan en
su asiento. Casi sin darse cuenta, poco a poco se habían hecho íntimos,
confesores de pena y alegrías, hombros de lagrimas empañadas en recuerdos.
-¿Sabes, Emma?
-¿Qué sé?-le preguntó curiosa Emma.
-Eres la única mujer, que desde el primer
momento me cautivo con solo una tímida sonrisa.
Emma se sonrojó, nunca nadie que no
fuese de su familia le habia dicho algo tan idiotamente bonito. Rogan se rió
mientras la miraba fijamente, por un momento se le paso por la cabeza, que tal
vez ella, fuese la mujer de su vida. Emma y Rogan se dirigieron a recoger sus
respectivas maletas, mientras Emma se sumergía en sus pensamientos, le parecía tan
raro todo lo que estaba ocurriendo que tenia miedo. Miedo de que fuese un
sueño.
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