Su madre, y las peluqueras, una vez finalizado su trabajo,
salieron de la habitación. Emma se quito lo que llevaba puesto, y se puso lo
que su madre le trajo, al fin y al cabo, su madre tenía razón, ese vestido con
esos complementos le quedaban mejor. Emma dio una vuelta sobre si misma, se
puso un abrigo de terciopelo negro, y salió, encaminándose hacia las escaleras.
Cuando pretendía poner un pie en el escalón, alguien tropezó con ella.
-Disculpe, señora- le dijo una voz un poco ronca y masculina- Andaba con prisa, y
no me he dado cuenta, lo siento, le ofrezco mis disculpas.
Emma giro hacia el lado derecho, y lo vio, un hombre de unos
cuarenta años, alto, con una muy buena forma física, ojos verdes, y una sonrisa
dulce y bella, se podría decir, que era guapo, muy guapo.
-¡Oh!- exclamó Emma, al reconocerlo.- Usted es el Sr.Rogan
Di Marte ¿No es así?- le preguntó curiosa Emma.
-Si ¿Y usted es?- le pregunto, mientras le sonreía,
verdaderamente tenía una sonrisa muy atrayente y dulce. Los Di Marte era otra
de las familias más ricas de Londres, eran originarios de Italia, aunque hacia
unos cincuenta años, que su familia no vivía allí. Rogan Di Marte había nacido
y crecido aquí, poseía el acento italiano, por cierto, muy atractivo y
señorial. Había estudiado con un
profesor particular, el menor de la familia, divorciado, y con dos
hijos, Filippo y Fermín Di Marte, dieciocho y diez años respectivamente. Poseía
el graduado en derecho, se dedicaba a
ser el abogado destacado e ilustre de
las empresas de su padre, Felipe Di Marte, viudo, y demasiado arrogante.
-Emma Campbell, nos conocimos hace cinco años , tal vez no
se acuerde- le devolvió la sonrisa, mientras recordaba la primera vez que lo
vio, en el primer evento que asistió con su entonces novio, Roberto DiCaprio,
cuando lo recordó, le dio una punzada de dolor, fue su primer y gran amor,
también se puede decir único, tuvo con él un corto pero bonito y a la vez
triste romance. Emma hizo un gesto de dolor, haciendo que Rogan, se preocupara.
-¿Te pasa algo? ¿Estas bien?-su voz sonaba realmente
preocupada por ella. La observaba intentando averiguar lo que le pasaba.
-Si, no te preocupes – sonrió intentando parecer tranquila y
serena- Me he acordado de algo, encantada de volver a verte Sr. Di Marte, espero
verlo en el evento de mi padre.
-Por favor, llámame Rogan, igualmente, me alegro de haberla
visto.
Emma le dio dos besos en cada mejilla, y bajo las escaleras,
una lágrima se le deslizo por la mejilla, debido al recuerdo de antes. Roberto.
Roberto. Roberto ¿Dónde estarás? Se preguntaba una y otra vez desde aquella
noche, desde aquel malicioso segundo. Otra lagrima, se le deslizo, estaban
apresuradas por salir, por deslizarse por su suave mejilla, como pudo, se las
limpio, procurando que el rímel no se le fuera. Al llegar al gran salón
decorado con bellas cortinas de tono rojo burdeos, unas mesas con forma circular,
cubiertas con un mantel blanco con pequeños dibujos en la parte inferior , una
chimenea en los dos extremos del salón, varios cuadros, de las personas más
ilustres de Londres…depositó su abrigo en el perchero de la entrada. Respiro
hondo, preparada para pasar una larga noche, rodeada de gente que la mayoría no
conocía, aguantando los piropos y las groserías de hombres borrachos a pesar de
pertenecer a la alta sociedad. Avanzó sin saber muy bien a donde ir, hasta que
a lo lejos puedo distinguir la silueta de su padre. Se acercó despacio,
esquivando a la gente, dando vueltas sobre sí misma, girando como si fuese una bailarina, hasta que porque fin logró llegar donde estaba su padre.
-Papa-le dijo ella, mientras le daba dos calurosos besos.
-Emma, hija mía. Al fin llegaste, quisiera presentarte a uno
de mis invitados más importantes y ante todo, mi mejor amigo. El señor Felipe
Di Marte. Felipe Di Marte es el empresario más famoso de Londres, ¿Lo
recuerdas?
Emma hizo un gesto pensativo, claro que se acordaba de él,
era el típico hombre que nunca se podía olvidar, y no por su físico, sino por
las palabras tan educadas, elegantes, y a la vez arrogantes que era capaz de
decir cuando tenía ganas de discutir con alguien.
-Oh, por supuesto que sí, papa. Encantada de volverle a
verle, señor…Di Marte.
-El placer es mío, no siempre se puede admirar una belleza
como la suya, señorita Emma, si me permite tutearla- Felipe Di Marte le sonrió,
tendría unos setenta años, a pesar de su edad, era todo un ligón, era viudo
desde hacía 8 años, pero siempre se las apañaba para pasar al menos un año con
alguna joven modelo guapa, que necesitase abrirse camino en la moda.-Debido a
su belleza deslumbrante-le guiño
descaradamente- se me ha olvidado presentarle a mi hijo Rogan Di Marte- giró la
cabeza hacia la derecha, haciendo un gesto a alguien para que se acercara-
Rogan te presentó a la guapísima hija de mi gran amigo, Emma Campbell.
-¿Emma? Vaya, nos volvemos a ver de nuevo, es un placer-
Rogan le ofreció la mano.
-Lo mismo digo- Emma sonrió, admirando sus deslumbrantes
ojos verdes mientras se estrechaban la mano.
Su padre y Felipe DiMarte se fueron, dejándoles solos. Rogan
parecía preocupado, no paraba de repasar la habitación de arriba a abajo,
parecía como si realmente se escondiese de algo, o simplemente buscando a alguien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario